El veganismo  es un estilo de vida que se basa en la ética 
hacia los animales. Es una postura crítica de rechazo hacia 
aquellos alimentos o artículos de consumo obtenidos de la 
explotación de los animales. En la práctica, es un boicot a 
estos productos.  El veganismo es esencial para la 
supervivencia del planeta. Ninguna otra decisión es  tan 
simple, tan ética, tan efectiva y sobre todo tan necesaria.


¿Bienestarista o abolicionista?



Las campañas “bienestaristas” fomentan la noción que los animales que están esclavizados y son asesinados pueden “vivir mejor” dentro de esa esclavitud. En realidad son anti-derechos ya que apoyan diferentes formas de violación de los derechos morales de los animales no-humanos. Las supuestas campañas por una matanza de forma humana promueven una forma diferente de violar el derecho a vivir de los animales no-humanos. Y las que tienen como fin un confinamiento menos severo promueven una forma diferente de violar el derecho a la libertad de los animales no-humanos.

Está moralmente mal explotar a los animales no-humanos, independientemente del espacio que tengan, o de si están fuera o dentro de una jaula. Este es el mensaje que los defensores de los animales deben transmitir.
Nosotros no necesitamos comer comida que provenga de animales no-humanos. En vez de pedir una matanza o un confinamiento menos cruel, debemos promover el veganismo. Persuadir a otros a adoptar un estilo de vida vegano reduce el número de individuos que sufren y mueren. También reduce el apoyo público hacia la industria cárnica, la vivisección y otras formas de explotación animal, haciendo más cercano el día en que estas serán finalmente prohibidas. 

Nuestro mensaje debe ser claro y consistente: no necesitamos explotar a los demás animales; su explotación es injusta y siempre causa sufrimiento. Para que nuestra voz sea escuchada, nuestra oposición a la explotación animal debe ser fuerte y clara.

Los “bienestaristas” que se llaman a sí mismos activistas por los derechos de los animales, sabotean el concepto de derechos para los animales no-humanos. Confunden al público haciéndoles pensar que el aprisionamiento, matanza y otros tipos de abusos especistas pueden ser consentidos dentro de los derechos de los animales no-humanos. Los “bienestaristas” reemplazan el derecho a vivir de los no-humanos por un “derecho” a ser asesinados con menos terror y dolor. Reducen el derecho a la libertad de los no-humanoes a un “derecho” a ser aprisionados injustamente en un espacio mayor. En realidad, alguien que carece de los derechos más básicos –a la vida y a la libertad- deja de poseer derecho alguno.

Los “bienestaristas” comúnmente dicen “Yo apoyo cualquier cosa que reduzca el sufrimiento animal”. Pero a la larga incrementan el sufrimiento porque perpetúan la explotación. Las medidas “bienestaristas” son inútiles ya que dejan a los animales en las manos de sus opresores. Solamente las medidas abolicionistas, que honran los derechos morales de los animales, pueden protegerlos adecuadamente. Un bienestar genuino para los no humanos requiere que éstos estén libres de toda explotación.

Al promover una emancipación total, se pueden alcanzar emancipaciones parciales, a través de prohibiciones abolicionistas. Todas estas prohibiciones abolicionistas protegen al menos a algunos animales de algún tipo de explotación. Una prohibición en la caza de osos previene que haya osos que sean heridos o matados: lo que hace es prevenir, más que modificar su abuso. 

Los activistas pueden trabajar para conseguir cualquier tipo de prohibición abolicionista, incluyendo prohibiciones en productos peleteros, la clonación de algunas mascotas y mamíferos marinos en prisiones acuáticas. Por ahora, las prohibiciones abolicionistas no emanciparán a todos los animales no-humanos, pero sí emanciparán a algunos y nos moverán en la dirección correcta. No podemos hacer que se prohíban la mayoría de los productos especistas más populares (como la carne de los peces, la leche de vaca, los huevos de gallina) hasta que no creemos una oposición pública hacia estos productos.

Cuando no es posible alcanzar prohibiciones abolicionistas, podemos involucrarnos en boicots abolicionistas. Aunque estos carecen de la fuerza de la ley, los boicots pueden ser altamente efectivos.

Adaptacion del texto Defensores de los derechos animales "bienestaristas": un oxímoron de Joan Dunayer. Traducido por Álex Rodríguez para Igualdad Animal  (www.igualdadanimal.org)

¿Su Majestad la Leche de Vaca ?

La leche es una secreción glandular presente en todos los mamíferos. En la naturaleza hay cerca de 5000 especies, y los humanos somos sólo una de ellas. La leche sirve para alimentar a la cría hasta que esté en condiciones de alimentarse con autonomía. Ninguna otra especie continúa con el consumo de leche después del período de lactancia. Cuando crecemos, los mamíferos perdemos las enzimas que permiten la digestión de la leche, porque sencillamente no las vamos a necesitar más. Sin embargo los seres humanos ignoramos esa ley natural.

Tengamos en cuenta que cada leche es específica, es decir, que tiene una fórmula especial para cada especie y varía considerablemente entre una y otra. Tanto la leche de vaca, como la de oveja, la de ballena, la de elefanta, la de morsa o la de perra son diferentes entre sí, y difieren obviamente de la humana. La leche de vaca sirve para criar terneros, un animal grande con cuatro estómagos que llegará a pesar 300 kilos. La leche humana en cambio privilegia el desarrollo de la inteligencia.


¿Cuál es el efecto nocivo más fácil de detectar en el organismo humano? El moco. La principal responsable es la caseína, una proteína abundante en la leche de vaca. El moco es la reacción saludable del organismo contra una proteína que no puede incorporar. Por lo tanto, en la medida que incorporamos leche o lácteos, el organismo segrega moco. El resfrío común deriva en dolor de garganta, luego en rinitis, sinusitis, bronquitis, otitis, neumonía, y en todas las infecciones respiratorias con las que conviven los niños durante la infancia.


A pesar de esta abrumadora realidad, los adultos no podemos creer que la leche, la bendita y maravillosa leche, se nos vuelva en contra. Preferimos apegarnos a nuestras creencias en lugar de hacer caso a la sabiduría innata del organismo de nuestros hijos. Parece que el miedo al cambio es más fuerte que el acceso a la verdad.


Laura Gutman

Cuando miro a un animal, recuerdo lo que yo sentí


Cuando ahora miro a los ojos de los animales dentro de la industria cárnica o los animales cazados, explotados o aterrorizados de cualquier otra forma, veo lo yo que sentí.


Tenía cuatro años, vivía con mis padres en el Ghetto de Warsaw. Las tropas de Hitler iban de casa en casa, llevándose a los niños de sus padres, exactamente igual que la industria cárnica separa a los cachorros de sus madres. Se llevaron a los niños que podían andar y nunca mas fueron vistos. La desesperación de los padres y los niños era horrible, y conozco con todo mi corazón la desesperación de los millones de madres y cachorros que la industria cárnica separa todos los días.


Los "inservibles" de la industria cárnica equivalían a las personas mayores, los abuelos, donde en aquel entonces, las tropas alemanas les seguían gritando.¡Para jabón, para jabón! Y arrojaban sus débiles cuerpos al interior del tren. Ese mismo tren venía continuamente y se marchaba lleno de personas. Eran acinados juntos en los vagones igual que ahora son acinados los animales durante su transporte.
Un día metieron a mis abuelos al tren, y jamás volví a verles.


Mi madre consiguió sacarme sin ser descubierto del ghetto y me escondió en la casa de una familia polaca de Warsaw. Pero pronto las tropas de Hitler se extendieron por toda la ciudad de Warsaw. Recuerdo una ocasión en la que a hurtadillas miraba lo que sucedía a través de la ventana de la casa de mi benefactor situada en el interior de un parque vallado con un jardín y arbustos y una zona de arena para que jueguen los niños. Vi a los soldados alemanes disparar a las madres de los niños que estaban ahí, cuando se intentaron esconder entre los arbustos. Era igual que la caza con perros, en las que los cazadores disparan a los animales acorralados e indefensos -sé exactamente el terror que sienten estos animales. Es exactamente igual.


Vi edificios ardiendo. El tren seguí viniendo a diario y siendo llenado con la gente de Warsaw, tanto judíos como no judíos. Eran hacinados en el interior del tren para ir a los campos de concentración donde se les asesinaba, igual que se hacina hoy en día a los animales para ser transportados al matadero.


Entonces un día mi benefactor polaco, su hermana (con su perrito escondido bajo el abrigo), y yo fuimos metidos en el tren. Como las vacas, se nos asignó un número.
Igual que los animales de la industria cárnica, estábamos tan apretujados los unos a los otros que no podíamos movernos. Algunos niños estaban enfermos, envueltos en mantas, y tenían que ser llevados en brazos. No teníamos nada que comer o beber y apenas teníamos aire que respirar. La gente estaba tosiendo, llorando e histérica -igual que los animales, petrificados y confusos, gimiendo en agonía y pánico en los camiones transportadores.
Tras muchas horas, el tren redujo la marcha y los soldados alemanes saltaron del tren para asegurarse de que nadie tratase de huir del tren. Pero algunas personas saltaron, y los alemanes les dispararon. El amigo de mi madre me dijo,  "salta", pero estaba demasiado asustado. Entonces su hermana lanzó su perrito fuera del tren y saltó después del perro. Cuando vi que el perrito lo había logrado, salté yo también. Después saltó mi benefactor. Milagrosamente todos conseguimos escapar, y es por eso que hoy sigo vivo.
Mi madre era periodista, y mantenía una periódico sobre todo lo que ocurría. Escribía de noche, a la luz de una vela. Fue asesinada, pero mi tía publicó su periódico, y hoy se encuentra a la venta en todas las librerías polacas.


Por lo que viví durante el Holocausto. Porque fui una víctima mientras otros se mantenían indiferentes ante mi sufrimiento, no como animales y tampoco me visto con ellos. Todas las vidas son preciosas. Nuestro silencio debe terminar.


Fuente: Revista Mundo Vegano n°1